5. El hombre de doble ánimo (1:8)
”El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” Santiago 1:8
El hombre de doble ánimo es aquel que tiene su fe dividida, es una persona que es arrastrada en dos direcciones, con una mente repartida en dos pensamientos, que piensa en Dios y en el mundo al mismo tiempo.
Clark describió al hombre de doble ánimo así: «El hombre de dos almas tiene una enfocada en la tierra y la otra en el cielo, quiere asegurar ambos mundos; no quiere renunciar a la tierra y no quiere dejar el cielo».
El hombre de doble ánimo con facilidad decide tomar el camino de Dios, pero lo abandona en cuanto vienen los compromisos serios con el evangelio.
El hombre de doble ánimo se ilusiona y desilusiona fácilmente, es muy emocional y no es comprometido con aquello que pueda arriesgar su comodidad, no abandona con facilidad el ”status quo”.
El hombre de doble ánimo se mueve con el vaivén de la vida, es comparado a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra (Stg. 1:6).
El hombre de doble ánimo conoce principios, pero carece de convicciones, no tiene consistencia, lo que lo hace ser poco confiable en su entorno.
El hombre de doble ánimo es un hombre que no es ni frío ni caliente, sino tibio (Ap. 3:16), por lo tanto, no es del agrado de Dios, más bien repudiable.
El hombre de doble ánimo demuestra hipocresía porque “profesa conocer a Dios, pero con sus hechos lo niega”, lo que lo hace abominable, rebelde e inútil para Dios y sus propósitos (Tito 1:16).
El hombre de doble ánimo tiene conocimiento del evangelio, escucha la Palabra de Dios, pero le es arrebatada la Palabra que fue sembrada en su corazón porque no la entiende, o le fue predicada y la recibió con gozo en el momento, pero es de corta duración porque no tiene raíz, por lo tanto, al venir la aflicción, las pruebas, los afanes o el engaño del diablo por las riquezas, ahogan la Palabra y la hacen infructuosa (ver la semilla sembrada en la Parábola del sembrador, Mt. 13:19-22).
Por lo tanto, el hombre de doble ánimo describe a un incrédulo, un hombre que no está arraigado en la Palabra de Dios, y por lo mismo, no tiene convicciones firmes en el evangelio, y esto lo hace infructuoso, inestable, voluble e inseguro. Muchas veces el hombre que profesa estar en Cristo, pero es de doble ánimo, suele ser de tropiezo espiritual para creyentes y tropiezo para la salvación de los incrédulos.
Para reflexionar:
El Señor reprende duramente un corazón dividido (Os. 10:2); La Biblia nos exhorta a evaluarnos a nosotros mismos si estamos en la fe (2 Co. 13:5), y a permanecer en la Palabra; solamente de esta manera estaremos firmemente arraigados en Jesús.
¿Qué ha hablado Dios a tu vida en esta mañana a través de este devocional?