NO SE LO DIGAS A NADIE
“y le dijo [Jesús]: Mira, no digas a nadie nada…Pero
ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya
Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad…” Marcos 1:44,45.
El hombre al que le fue prohibido testificar ¡y lo hizo!
¡En escena un leproso! Este se acercó a Jesús con la seguridad que Él
podía sanarle de su terrible enfermedad. Suplicándole de rodillas clamó al
Señor: “Si quieres, puedes limpiarme”. La condición del hombre era crítica, su
enfermedad era muy avanzada pues dice la Palabra que el hombre estaba ”lleno de lepra” Mr. 5:12, lo cual indica que su
carne estaba podrida.
El Señor tuvo misericordia de aquel hombre, extendió su mano y le tocó,
respondiéndole: “quiero,
sé limpio”. En ese instante la lepra desapareció ¡este hombre fue limpio!
Jesús lo pudo haber sanado con solo una palabra o un simple
pensamiento, más podemos ver el poder y la ternura en un toque de misericordia
del Señor a aquel que no había sido tocado en mucho tiempo.
Lo interesante en este relato es la petición de Jesús a aquel hombre
después de sanarlo, y la actitud que tuvo aquel hombre al recibir el milagro:
La Biblia dice que Jesús “le encargó rigurosamente… Mira, no digas a nadie nada”. La versión NBLA dice que “Jesús lo amonestó severamente” para que no dijera nada de lo
ocurrido, sino que solo se mostrara a los sacerdotes, pues este era un mandato
en la ley de Moisés cuando un leproso era sanado, parte de su purificación
consistía en ser examinado por el sacerdote (Levítico 14). La de Jesús, era más
que una simple petición, se trataba de una severa amonestación a no difundir
este milagro. Jesús no deseaba que aún se difundiera su fama sobre las aldeas.
Sin embargo, fue quizás tanta la emoción de aquel bendecido hombre, que
comenzó a divulgar mucho el hecho de su sanidad, a proclamar a todas las
personas lo que le había sucedido y cómo Jesús había obrado poderosamente en
él, tanto que Jesús ya no pudo entrar abiertamente en la ciudad.
¿Cuánto le habrá cambiado la vida este milagro? ¡Qué tamaño de gozo guardaba en su corazón! ¡Qué gran noticia tenía que contar! que no pudo mantener su boca cerrada a las maravillas que el Señor había hecho en él. Aun cuando el Señor se lo pidió encarecidamente, este no pudo callar.
¿Te has puesto a pensar en todas las maravillas que Dios ha hecho en tu
vida y en la libertad con que gozamos para contarlas? La vida misma es una
razón increíble para contar cuán grande es el Señor con nosotros. La Palabra de
Dios dice:
“Publiquen
sus gloriosas obras entre las naciones; cuéntenles a todos las cosas asombrosas
que él hace” 1 Crónicas 16:24
“Canten al
Señor una nueva canción, porque ha hecho obras maravillosas. Su mano derecha
obtuvo una poderosa victoria; su santo brazo ha mostrado su poder salvador” Salmos 98:1
Y tú ¿ya contaste las maravillas que Dios ha hecho hoy en tu vida?
Gracias Señor por tu Palabra.