“Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.” Deuteronomio 28:1,2.

Obediencia (Lat. ob audire, el que escucha atentamente), indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción. Se trata del cumplimiento de la voluntad de la persona que manda, de lo que establece una norma o de lo que ordena una ley. 

Las bendiciones descritas en Deuteronomio 28:1-14 fueron prometidas por Dios para su pueblo, se trata de los beneficios que los israelitas obtendrían si fueran obedientes a la voz del Señor: victoria sobre sus enemigos, prosperidad material, posesión de tierra, posición política y económica, entre muchas otras. El pueblo estaba invitado a elegir por la obediencia, de no ser así, el pueblo estaba destinado a padecer trágicas consecuencias a causa de su desobediencia (Dt. 28:15-57).

El Señor exhortó a su pueblo al cumplimiento de estos decretos, con la promesa de bendiciones abundantes. 

En nuestra vida cristiana, el obedecer es una acción implícita a haber creído en el Señor y haber atendido al llamado de su evangelio. Una vez que creímos, el Espíritu Santo infunde en nosotros el deseo de caminar en su voluntad y obedecer a su Palabra; por eso, para el creyente auténtico, sus mandamientos no son gravosos, sino un verdadero deleite. 

El camino que hace feliz al hombre es el sendero que Dios ha establecido en su Palabra, un sendero de luz, justicia y rectitud, al que somos llamados a andar como sus hijos.

”El amar a Dios consiste en obedecer sus mandamientos; y sus mandamientos no son una carga” 1 Juan 5:3 DHH

”...tus testimonios...son el gozo de mi corazón. Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos de continuo, hasta el fin” Salmos 119:111,112

Gracias Señor por tu Palabra que me conduce a cumplir tu voluntad.