¿QUIERES AMAR LA VIDA Y DISFRUTAR BUENOS DÍAS?
”Porque:
El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus
labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y
sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a
sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal” 1 P. 3:10-12.
El Apóstol Pedro citó el salmo 34:12-16 para describir la recompensa
que sigue a una vida prudente basada en la sabiduría de Dios; el apóstol Pedro
recurrió a las palabras de David en el salmo 34, para hacerle saber a sus
lectores el principio de vida que trae recompensa de Dios, rescatando cuatro consejos:
1. Refrenar la lengua de mal
La lengua es un pequeño miembro del cuerpo capaz de
destruir, llena de veneno mortal que es difícil de ser refrenada (Stg. 3:5-8);
pero el hombre que es guiado por el Espíritu de Dios es capaz de refrenar su
lengua, para no ser de tropiezo con sus palabras; sabe callar cuando debe
hacerlo, pues sabe que al usarla mal puede herir u ofender a sus hermanos en la
fe, o ser tropiezo al incrédulo en su hablar. En versos anteriores, Pedro ya
había advertido de no devolver mal por mal haciendo hincapié al llamado
cristiano de bendecir, siendo compasivos, misericordiosos y afables (vv. 8,9).
“Así
también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He
aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la
lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros
miembros, y contamina todo el cuerpo”
Santiago 3:5,6
2. No hablar engaño.
La veracidad de nuestras palabras es evidencia de una fe
auténtica en Jesús.
Al venir a Cristo fuimos transformados en la justicia y
santidad de la verdad (Ef. 4:24), porque creímos y seguimos la verdad, que es
Jesús (Jn. 14:6), nuestro llamamiento ha sido al pleno conocimiento de la
verdad (1 Ti. 2:4; He. 10:26-28), por tanto, la vida del creyente se centra en
la verdad (Jn. 15:2,3; 1 Jn. 3:18; 1 Jn. 1:6) y al practicar la verdad traemos
alegría al corazón de Dios (3 Jn. 3:18).
“Si
decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad” 1Jn.
1:6.
Los labios del creyente son tan puros como lo son sus
actos, sus palabras tan verídicas como su misma fe.
3. Apartarse del mal y hacer el bien
El creyente es llamado a vivir en este mundo, de manera
justa e irreprensible, llevando en sus actos la marca de ser un embajador de
Cristo.
Dios vigila y bendice la conducta de sus hijos que andan
en integridad, pero reprueba y castiga la maldad (v. 12).
_”El
Señor ve a los que obran rectamente, y escucha sus oraciones; pero está en
contra de los que hacen el mal”_ 1 P. 3:12 PDT
4. Buscar la paz y seguirla
Dios nos ha llamado a ser pacificadores, esto involucra
una actitud activa de promover las buenas relaciones personales y ser agentes
de resolución de conflictos. Buscar la paz requiere de sabiduría de Dios al
discernir el error y seguir la verdad. Buscar la paz además tiene la idea de
ser reconciliador de los hombres para con Dios, al poder compartirles el
mensaje del evangelio y así poder ser instrumentos para salvación a los
perdidos.
Reflexión: hay una recompensa de parte de Dios a quienes siguen
estos consejos: verán días buenos y gozarán del acompañamiento de Dios y su
favor en sus vidas.