El varón bienaventurado | Parte 2
EL VARÓN BIENAVENTURADO | Parte 2
La ocupación del varón bienaventurado
“Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará” Salmos 1:2,3
En el devocional pasado estudiamos las tres actitudes y/o acciones en las cuales no se envuelve un hombre justo y temeroso de Dios, y por esta razón es bienaventurado. El hombre justo no solo se priva de hacer ciertas actividades, sino que se ocupa de otras; estas forman parte de su quehacer como hombre temeroso de Dios.
LA OCUPACIÓN DEL VARÓN DE DIOS
“Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche” v2
La Palabra de Dios es para el cristiano el alimento con el cual se nutre para crecer para salvación (1 Pedro 2:2), es fuente de sabiduría para la vida diaria (2 Timoteo 3:15). La Palabra de Dios alumbra el camino del justo (Salmos 119:105), purifica la mente y santifica al creyente (Salmos 119:11). La Palabra de Dios vivifica el corazón abatido (Salmos 119:25), sustenta (Salmos 119:28) y consuela en medio de la aflicción (Salmos 119:50), es medicina y alivio para el justo (Proverbios 3:8).
Por todo lo que significa la Palabra de Dios para él, el varón de Dios se deleita en la riqueza de la sabiduría de Dios todo el tiempo, no la aparta de su pensamiento en ningún momento del día. Para el hombre justo,el acercarse a contemplar la Palabra de Dios no representa una carga o una tediosa obligación, sino un deleite, y es por ello que medita en ella de día y de noche.
La ley de Dios (Torah) fue el conjunto de instrucciones y consejos dadas por Dios a su pueblo Israel para regir sus actos, tanto en su vida civil, moral y religiosa. Dios demandó que está ley fuera transmitida de generación a generación, enseñando a los hijos a honrarla, apreciarla y darle el gran valor de ser la misma Palabra de Dios escrita.
Meditar (del gr. hagah), significa reflexionar, recapacitar, tiene la idea de repetir con nuestra voz interior las palabras contenidas en la ley de Dios en completa actitud de reverencia; repetirlas silenciosamente mientras contemplamos el valor y significado sublime de cada palabra. En el contexto hebreo, durante el tiempo de la escritura de este salmo, meditar implicaba el reverenciar con la mente y la conciencia, implicaba incluso el uso del cuerpo, balanceándose hacia adelante y hacia atrás para el cumplimiento literal de Deuteronomio 6:5, donde todo el ser participaba de esta admiración hacia la Palabra escrita. Esta fue la manera en la que el pueblo de Israel honró la ley de Dios.
"¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación" Salmos 119:97
LAS BENDICIONES DE LA OCUPACIÓN DEL VARÓN DE DIOS
“Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará” v3
Meditar en la Ley de Dios produce hermosas bendiciones en la vida del cristiano. La Biblia compara a este hombre con un árbol de ciertas características:
Un árbol plantado, es un árbol arraigado; su fundamento está en sus raíces firmes que se extienden hacia adentro de la tierra; este árbol tiene la provisión constante del agua por estar plantado a la orilla del río, por tanto su hoja es verde y fuerte, y es un árbol que por su crecimiento natural, da fruto en su temporada. Aunque venga la sequía o los vientos fuertes, este árbol no será movido.
Así es el hombre que busca la Palabra de Dios, su vida es firme y estable, es un hombre fructífero y próspero en todo lo que hace. Aun en tiempos difíciles, el hombre de Dios está de pie, permanece seguro y cumple los propósitos de Dios para su vida. El resultado es alegría en el vivir por tener la bendición de Dios a su lado.
El profeta Jeremías al disertar acerca de la sabiduría de Dios, escribió esta misma analogía, muy parecida a la que describió el salmista referente al hombre bienaventurado:
“Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” Jeremías 17:7-8
Para reflexionar:
La Palabra de Dios debe siempre llenar nuestra mente y nuestro corazón. Cuando el enemigo busque quitarnos la intención o el apetito por ella, siempre es necesario pedir en oración a Dios, la necesidad por estar lleno del conocimiento de su Palabra. Entre más meditemos en ella, más nos daremos cuenta que la necesitamos y más encontraremos deleite en este hermoso y rico tesoro, la Palabra de Dios.
Gracias Dios por tu Palabra. Ella es mi delicia, y en ella meditaré de día y de noche.