Nuestro adversario, el diablo
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” 1 Pedro 5:8,9
Por la profecía bíblica futura, sabemos que Satanás será atado por mil años (Ap. 20:1,2), y cuando eso
pase, dejará de perturbar y engañar al mundo; pero mientras tanto, en este
tiempo, el mundo entero está bajo el maligno (1 Jn. 5:19), Satanás es el dios
de este siglo (2 Co. 4:4) y el príncipe de este mundo (Jn. 14:30), el príncipe
de la potestad del aire (Ef. 2:2.). La Biblia lo describe como “el engañador”
por ser el “padre de mentira” (Jn. 8:44), él es el acusador de nuestras
almas (Ap. 12:10), el tentador (Mt. 4:3), el maligno (1 Jn. 5:19). El mundo
entero está bajo su influencia demoniaca, y él opera en los hijos de
desobediencia para ejercer sus planes malignos, siendo homicida desde el
principio (Jn. 8:44).
Satanás tiene un
control considerable sobre el sistema y las estructuras del mundo que operan en
contra de Dios. Es imponente su influencia sobre las filosofías, ideologías y
sistemas que gobiernan el pensamiento y las acciones en el mundo, y a través de
estos sistemas promueve la rebelión contra Dios, arrastrándolos a vivir según
los deseos de la carne y el orgullo del mundo, intentando desviar a la
humanidad de la verdad y la vida eterna.
El ser humano es
incapaz de vencer por sí mismo al enfrentarse a las asechanzas del diablo. Los
incrédulos ya viven bajo su influjo por pertenecer a su gobierno, ellos están
presos a sus deseos (1 Jn. 5:19), y por lo mismo viven en engaño y en
ignorancia (2 Co. 4:4; Ef. 4:18-20); mientras tanto, el cristiano es atacado de
forma distinta.
Satanás se
presenta ante nosotros como un cazador astuto, quien emplea artimañas muy
sutiles para envolvernos en sus engañosos planes y hacernos tropezar, buscando
que quebrantemos las leyes de Dios. Dice la Biblia que él se disfraza como hijo
de luz (1 Co. 11:14) escondiendo su rostro y verdadera identidad, para
engañarnos al emplear en nuestra contra sus artimañas con mucha astucia. Él
ataca como un león rugiente quien ha encontrado a su presa para devorarla; su
rugido es intimidante, su objetivo es deshacernos, devorarnos, y no estará
conforme con vernos heridos o lastimados, él buscará a toda costa vernos
quebrantados y totalmente destruidos.
La Palabra nos
llama a huir del diablo (2 Ti. 2:22,23), a resistirlo (1 P. 5:9) y portar el
escudo de la fe para poder apagar sus poderosos dardos de fuego (Ef. 6:6).
Por esta razón,
el cristiano no debe ignorar las maquinaciones del diablo, y para eso debe
estar sobrio y velar. Solamente permaneciendo firmes en la fe, en el evangelio
que hemos creído, y estando firmes en la Palabra de verdad que ya hemos creído
y obedecido, podremos vencer contra las asechanzas de este feroz enemigo.
La Palabra nos
llama a “resistir”, esto es, estar de pie, y mantenernos firmes en la
fe. La Biblia nunca nos enseña que tengamos que pelear o desafiar directamente
al enemigo, sino más bien, la Biblia nos llama a ”fortaleceos en el Señor, y
en el poder de su fuerza…para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo” Ef. 6:10,11.
Para
reflexionar:
Debemos
reconocer que nuestra batalla no es carnal, sino espiritual, nuestra lucha no
es contra sangre y carne, sino contra ”…principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes
espirituales de maldad en las regiones celestes” Ef. 6:12, entonces
requerimos más que nuestras propias fuerzas humanas para vencer, requerimos de
la provisión que Dios nos da por medio de su Espíritu Santo para vencer
diariamente la lucha contra la tentación y el pecado. La victoria es segura y
tampoco es nuestra, ¡le pertenece al Señor! pero es un honor darle a él la gloria
en nuestras vidas al permanecer firmes en la fe en cada batalla.
“porque las armas de nuestra milicia no son
carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas” 2 Co.
10:4.
Lee la segunda parte del estudio,sed sobrios y velad en oración en este link: https://gustavomiranda.org/Publicaciones/Index/166