Gustavo Miranda

LA FE DE LA MUJER CANANEA

Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. Él respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora” Mt. 15:22-28 


Al igual que al centurión romano, cuando este se acercó a Jesús para solicitarle la salud de su siervo: “Y cuando Jesús lo oyó, se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe” Mt. 8:10, ahora Jesús alababa la fe de la mujer cananea: “Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres” Mateo 15: 28.


Resulta asombroso que estos dos, el centurión romano y la mujer cananea, son las únicas dos personas en los evangelios en recibir de parte de Jesús este elogio, aunque ellos no eran judíos, sino gentiles; mientras que a sus propios discípulos en diversas ocasiones Jesús les reprochó su falta de fe (Mt. 8:26; 14:31; Lc. 8:25), y ellos mismos se reconocían faltos de esta (Lc. 17:5); aun en Nazareth Jesús “estaba asombrado de la incredulidad de ellos” Mr. 6:6. Nadie esperaba que una mujer gentil reclamara los milagros que estaban reservados para la casa de Israel.


La mujer cananea tiene mucho que enseñarnos:

  • Su amor y preocupación por su hija, pues ella era“gravemente atormentada por un demonio” v. 22; la mujer buscaba el bienestar de su hija.

  • Su humildad, pues la mujer se acercó a Jesús con mucho respeto y reconocimiento “...y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme!” Mt. 15:25.

  • Su paciencia, pues la mujer escuchó cuando los discípulos la menospreciaron en público: “Despídela, pues da voces tras nosotros” v. 23, y sintió la aparente indiferencia de Jesús (v. 23) y su negativa a actuar en su favor (v. 24).

  • Su perseverancia, pues la mujer fue muy insistente en su petición ante el Señor (vv. 22, 24, 27).

Pero el más grande ejemplo de esta mujer es, su gran fe. El tamaño de la fe de la mujer cananea fue suficiente para recibir de Jesús, su deseo aún sin haber expresado su petición.


Su fe le ayudó a reconocer a Cristo como el Mesías “¡Señor, Hijo de David” v. 22, su fe le condujo a humillarse ante el Señor y alabarle aun antes de solicitar su petición. Su fe le motivó a no rendirse aunque su prueba era muy dura; su fe le dio valor para responder a Jesús su argumento desafiante, sabiendo que no era digna de tal petición, pero reconociendo que en la enorme gracia de Dios, ella podía esperar aún a su favor. La fe de esta mujer le ayuda a ser recordada por generaciones, pues ningún otro milagro está registrado en los evangelios en la tierra de Tiro y Sidón, solo la historia de esta mujer de fe.


...Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.” Mateo 15:28.


A través de la obra redentora de Jesucristo, Dios nos ha abierto las puertas del cielo; la salvación y la fe están disponibles para todo aquel humilde de espíritu que se acerque a Dios reconociendo su necesidad espiritual, a estos Dios les ha reservado el reino de los cielos.


”Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?” Stg. 2:5.


ORACIÓN: Señor, aumenta mi fe, de tal manera que puedas hacer tus maravillosas obras en mi vida.

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Pastor Gustavo Miranda

Pastor en Iglesia Bautista Berea en Gómez Palacio, Dgo.
Doctor en Teología, maestro en educación y ministro de música y adoración.

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