EL ACEITE DE LA VIUDA
“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite. Vino ella luego, y lo contó al varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede.” 2 Reyes 4:1-7
La situación de la mujer parecía muy desventurada; su esposo, quien fue un hombre temeroso de Dios, ya había muerto, y ahora, las deudas económicas la tenían ahogada en desesperación. El futuro suyo y de sus hijos estaba destinado a una vida esclavizada a disposición de sus acreedores.
Notemos la actitud de la viuda en las siguientes acciones: primero, se acercó a Eliseo a solicitar ayuda; segundo, siguió al pie de la letra las indicaciones que Eliseo le dio, Su fe fue tanta que la llevó a actuar en consecuencia; solicitó el máximo número de vasijas posibles y fue a casa a encerrarse con sus hijos.
Si la mujer hubiera pedido pocas vasijas prestadas, el suministro de aceite hubiera sido muy escaso, pero la mujer solicitó a sus vecinos muchas vasijas, y el aceite que que brotó fue mucho, suficiente para ser vendido y poder pagar la deuda del acreedor a fin de que sus hijos no resultaran esclavos, y además proveer para el futuro.
El deseo de la mujer era el bienestar de sus hijos, pero su deseo no fue perezoso, sino un deseo obediente y activo, dispuesto a dar lo poco que tenía (una vasija de aceite). La provisión de Dios sobre la mujer le permitió aprender a ejercitar su fe en una pequeña acción que transformó la historia y patrimonio de su familia.
Dios se encarga de hacer grandes cosas en y a través de nosotros cuando nos enfrentamos con problemas, solo es necesario acudir a él, obedecer a su Palabra, él sabrá cómo hace el resto.
Gracias Señor por tu Palabra.
Pastor Gustavo Miranda