Seguridad en la oscuridad
SEGURIDAD EN LA OSCURIDAD
Del salmo 23
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…” Salmos 23:4
Aun en el momento más crítico que atravesamos en nuestra vida, por el hecho de que el Señor está a nuestro lado, podemos estar y sentirnos seguros.
La muerte es uno de los misterios más grandes de la humanidad, ¿qué habrá después de ella? Esta pregunta causa desasociego en las personas que están a punto de atravesar por este trance, ¿estaré preparado para morir? ¿cómo experimentaré la transición? ¿qué habrá más allá de ella o ante quién me presentaré en el más allá?
En Cristo, sabemos que la muerte física es la puerta a la vida; un futuro glorioso y eterno le espera a quien es pastoreado por el Señor Jesucristo.
El texto dice: “valle de sombra de muerte” porque solamente eso es ahora la muerte para el creyente, una sombra; nuestro amado pastor ya venció la muerte hace dos mil años, y esa victoria es extensiva para las ovejas de Jesucristo.
Imagina ese paso de transición, ese camino por el que inevitablemente todo mortal habremos de atravesar: para el incrédulo, la muerte estará personificada, esperándoles al llegar a final del camino. Para el creyente, puesto que el final del camino estará envuelto por una luz radiante del reino del Señor, la muerte solo reflejará su sombra a nuestro paso. La sombra no representa ningún peligro, es solo una sombra, no tiene poder ni representa una amenaza contra nosotros, y por tanto no temeremos ante ella.
Al transitar por el valle de muerte, el temor se habrá disipado, las dudas habrán desaparecido, el dolor habrá culminado su labor en nosotros, pero la promesa del Señor seguirá vigente aun en ese momento: “no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo”
Cristo es el pastor de nuestras almas, por tanto su presencia es tan real para nosotros en la vida al igual que en la muerte; nada nos puede separar de su amor ni de su presencia: ¿tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Nada nos separará de su amor, aun en ese momento seremos suyos y él estará a nuestro lado, acompañándonos al cruzar este valle. La razón, en esta vida o en la futura, le pertenecemos (Romanos 8:31-39, 14:8).
El creyente en Cristo puede confiadamente cerrar sus ojos para despedirse de este mundo, sabiendo que lo mejor está por venir: se terminará la aflicción y las preocupaciones llegarán a su fin; a partir de ese instante, el gozo es eterno para quien está en Cristo. Cuando ocurra ese momento, solo nos estaremos despidiendo de este mundo para ir a nuestro verdadero hogar, iremos a conocer cara a cara a nuestro amado Salvador, a ese pastor que nos pastoreó en esta tierra a través de su Palabra y la guía de su Espíritu. Por primera vez ¡le veremos!
En otra perspectiva, nuestro paso en este mundo es “andar por sombra de muerte”, pues al saber que este mundo está lleno de pecado y depravación, nuestro andar por este mundo debe ser solo eso, un paso, y no detenernos a relacionarnos con la maldad ni ser parte de este sistema de valores caído que causan miseria, dolor y vacíos.
La frase “valle de muerte” es traducida en otras versiones como “densa oscuridad” o “valles tenebrosos”. El término alude al dolor profundo y resquebrajado que estamos expuestos a atravesar en esta vida. Las sombras causan temor, pero el pasaje bíblico se refiere no solo a sombras, sino a las sombras en la oscuridad, lo que representan un escalofriante miedo humano.
Sin embargo, no debemos olvidar que quien está en Cristo, su vida está protegida y asegurada por el pastor de nuestras almas, quien infunde valor y seguridad a través de su Santo Espíritu, todo por su amor infinito.
Dios nunca dijo que sus hijos no atravesarían por valles de sombras, lo que sí prometió es que cuando esto suceda, él estará con nosotros.
La fe en Cristo es seguridad en la oscuridad. Este es un maravilloso alcance de la inmensurable gracia de Dios.
Señor, gracias por la seguridad que infundes a mi alma. Aun en medio del escenario más oscuro, me siento confiado porque tu presencia le da a mi corazón la calma.