Gustavo Miranda

¿De quién es la culpa?

Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él.” Juan 9:1-3

 

Los discípulos de Jesús, al ver al ciego de nacimiento, se formularon una pregunta cargada de razonamientos teológicos y humanos, buscando una causa para el sufrimiento del desdichado varón: "Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?" (Juan 9:2). En su mente, el sufrimiento debía tener una causa directa, y pensaban que la ceguera del hombre tenía una causa moral, que podía ser el resultado de algún pecado, ya fuera de él mismo o de sus padres.

 

Los discípulos estaban seguros que ante tal desdicha debía existir un pecador, un culpable de tal desgracia; su razonamiento los conducía a creer que el ciego pudo haber pecado antes de nacer (algunos judíos sostenían la creencia de la preexistencia del alma, quien pecaba podía nacer nuevamente con alguna desgracia).

 

Es cierto que el pecado, trae consigo consecuencias devastadoras, afectando la salud, las relaciones personales, las familias, la economía, y muchas otras áreas de la vida. El pecado tiene efectos destructivos en el mundo, y la Biblia nos muestra cómo el pecado es responsable de muchas de las aflicciones humanas. Sin embargo, la respuesta de Jesús ante la pregunta de los discípulos nos invita a reflexionar sobre un enfoque más profundo y específico acerca del sufrimiento y el propósito divino.

 

Respondió Jesús: No es que pecó este, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él” v. 3.

 

Jesús reveló que el sufrimiento del ciego no estaba relacionado con el pecado directo, sino que era una oportunidad para que la gloria de Dios se mostrara a través de su sanación. De este modo, Jesús subraya que la perspectiva divina va más allá de nuestras limitadas comprensiones y que a veces el sufrimiento puede tener un propósito más grande en el plan de Dios.

¡La ceguera del hombre formaba parte del Plan de Dios! Dios había permitido esta penosa situación en la vida del hombre para manifestar su Gloria y su grandeza, su poder y su autoridad.

 

Del mismo modo, la pregunta ante nuestras aflicciones no debe ser: ¿porque a mí Señor?, sino debería ser: ¿para qué Señor? ¿Con qué propósito sucede esto? ¿Cómo se manifestará tu gloria en mi vida en medio de esta difícil circunstancia?

 

El hombre no podía ver a Cristo, pero Cristo siempre lo vio a él; Jesús una vez más, tuvo compasión de la gente, sintió su necesidad y, por medio de sus métodos incomprensibles, resolvió la situación del desdichado. Más que desventurado, el hombre fue Bienaventurado, pues sin haber visto nunca a nadie, al abrir sus ojos se encontró con el Hijo de Dios. El hombre, ahora afortunado, llegó a ser el instrumento para expresar la autoridad de Cristo sobre las tinieblas, testificado a todos los presentes de las majestuosas obras del Señor:

 

Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Él es; y otros: A él se parece. Él decía: Yo soy. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? vv.8-10.

 

En una aplicación espiritual, Jesús es la luz del mundo, y quien está en él, ya no anda en tinieblas, sino que tiene la luz de la vida (Jn. 8:12). Así como este hombre de la historia que vivió toda su vida sin visión ni propósito siendo un mendigo en las calles, y al encontrarse con Jesús, este cambió su historia, el Señor quiere transformar tu vida para darle valor, él quiere darte visión espiritual, él es la luz del mundo, deja que su luz te ilumine y su Gloria resplandezca en tu vida.

 

? Señor, te pido con humildad que me ayudes a ver más allá de mis dificultades. Enséñame a ver tu gloria en medio de mis adversidades. Cumple en mi tu propósito y manifiesta tu poder en medio de las pruebas que experimentamos.


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Pastor Gustavo Miranda

Pastor en Iglesia Bautista Berea en Gómez Palacio, Dgo.
Doctor en Teología, maestro en educación y ministro de música y adoración.

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