Gustavo Miranda

LA PARÁBOLA DE LA OVEJA PERDIDA

Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.  Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento Lucas 15:3-7.

 

Este trío de parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo perdido, son la respuesta de Jesús a los fariseos y publicanos que le acusaban diciendo: _”este a los pecadores recibe, y con ellos come”_ v. 2. La religiosidad de los fariseos les hacía creerse justos y rechazar religiosa y socialmente a aquellos que ellos veían como “pecadores”. Por esto Jesús refirió estas parábolas, para expresar a través de ellas, la preocupación de Dios por el pecador perdido y el gozo de recibir a uno arrepentido.

 

Se sabe que la oveja es uno de los animales más torpes; son distraídas y desobedientes, además de ser incapaces de regresar al rebaño cuando están perdidas; por lo mismo nunca podrá una oveja salvarse a sí misma cuando está en peligro. La oveja perdida no sabrá distinguir entre un alimento nutritivo de uno venenoso estando sola en el campo; estará expuesta a caer de un barranco peligroso o atorarse en algún espinado matorral; por la naturaleza de su pelaje se ensuciará con facilidad y será presa fácil de un depredador en el campo. La oveja perdida depende completamente del rescate oportuno de su pastor.

 

El punto más importante de la Parábola de la oveja perdida es, que la oveja no regresó por sí misma al redil, el pastor no la estaba esperando a que ella regresara como muchas veces se piensa. Más bien, el pastor en su amor y preocupación fue a encontrarla porque esta estaba extraviada y no sabía el camino de regreso.

Así la salvación no consiste en que el hombre haya regresado a Dios por su propia decisión, sino que Jesús, el buen pastor, salió al encuentro del pecador perdido y lo encontró en soledad, en angustia, herido y lastimado en su pecado. De regreso no solamente le orientó en el camino, sino que lo cargó tiernamente en sus hombros pues lo vio débil (Ro. 5:6).

 

Así como el pastor regresa feliz al rebaño cargando en sus hombros a la oveja que estaba perdida, el Señor nos regresó un día a su redil, cargándonos en sus brazos amorosos y tiernos. El gozo de traer a un pecador arrepentido al rebaño, es aun mayor que por aquellos creyentes que no necesitan tal arrepentimiento porque estos ya pertenecen al rebaño.

 

Amado amigo, Dios sigue buscando a quienes están perdidos. A diferencia de las ovejas, el ser humano es llamado a arrepentirse de sus pecados delante de Dios, y decidir regresar a él. Solo a través de Cristo, nuestro amante pastor, podemos tener vida eterna y perdón de pecados.

 

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas… Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen… pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor” Jn. 10:11,14-16

 

 Gracias Dios por haberme buscado y encontrado. Gracias Dios por tu salvación tan grande a mi vida.

 

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Pastor Gustavo Miranda

Pastor en Iglesia Bautista Berea en Gómez Palacio, Dgo.
Doctor en Teología, maestro en educación y ministro de música y adoración.

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