QUÉ HACER CUANDO SE LEVANTAN ENEMIGOS EN TU CONTRA
“Líbrame de mis enemigos, oh Dios mío; ponme a salvo de los que se levantan contra mí. Líbrame de los que cometen iniquidad, y sálvame de hombres sanguinarios. Porque he aquí están acechando mi vida…” Salmos 59:1-3.
¿Estás siendo perseguido o has sido presa de gente que quiere verte destruido? ¿Te has preguntado hasta cuándo terminará esta afrenta que está dañando tu corazón?
David conoció muy bien lo que significa ser perseguido por enemigos feroces. Desde joven, cuando venció a Goliat, despertó los celos de Saúl y tuvo que huir para salvar su vida (1 Samuel 18–24). Más adelante, incluso personas cercanas como su propio hijo Absalón se levantaron contra él (2 Samuel 15).
En muchos de sus salmos, David describe a sus enemigos como leones rugientes, perros que rodean, hombres sanguinarios (Salmo 59; Salmo 22; Salmo 57). No eran enemigos débiles, sino poderosos, numerosos y despiadados. Sin embargo, David no puso su confianza en su espada ni en sus estrategias, sino en la protección del Señor.
Aprendamos de David, que cuando fue perseguido y angustiado, no buscó venganza, ni confió en sus propias fuerzas, sino que halló su refugio seguro en el Señor.
Para reflexionar:
Aun siendo hijos de Dios, no estamos exentos de sufrir ataques, rechazos o injusticias. Sin embargo, lo importante no es lo que otros hacen contra nosotros, sino cómo respondemos como hijos de Dios. En vez de reaccionar con amargura o venganza, debemos aprender a responder con sabiduría y paciencia.
Hay tres acciones que puedes practicar cuando los enemigos se levantan en nuestra contra:
1. Ora por quien te ha dañado.
Es la mejor manera de sanar tu corazón. Quizá al principio sea difícil, pero la oración rompe cadenas de rencor. “ Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno… ” 1 Tesalonicenses 5:15. Jesús lo dijo claramente: “ Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen… ” Mateo 5:44.
2. Pide a Dios que te muestre el propósito.
Nada de lo que te pasa escapa de Su control. Él usa incluso las heridas para formar tu carácter y cumplir su plan en ti. “ A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien ” Romanos 8:28. Pregúntale: “Señor, ¿qué quieres enseñarme en medio de esto?”
3. Espera en Dios y no tomes venganza.
El dolor puede empujarte a querer responder con la misma moneda, pero la Palabra dice: “ No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor .” Romanos 12:17-19.
David no levantó su mano contra Saúl; él esperó en el Señor, y Dios lo honró.
Aunque en ocasiones es difícil esperar y confiar, recuerda: Dios es tu defensor. Él ve cada lágrima, cada injusticia y cada afrenta en tu contra. Él es el Juez justo que hace justicia a sus hijos. Mientras tú guardas tu corazón en obediencia, Él pelea tus batallas y te da la victoria.
Conclusión
David encontró su refugio y protección no en una cueva, sino en el Señor. Ese mismo Dios sigue siendo el amparo de todos quienes confían en él. No importa cuán fuerte sea la persecución o lo injusta que parezca la situación, confía: Dios es tu defensor y tu refugio seguro. La batalla no es tuya, es del Señor.
Oración
«Señor, gracias porque Tú eres mi defensor y mi refugio. Hoy decido entregar en tus manos a quienes me han herido. Te pido que sanes mi corazón, que me muestres tu propósito en medio de esta prueba y me ayudes a esperar en ti. Creo que Tú eres fiel y que la batalla no es mía, sino tuya» Amén.