2. Gozo en las pruebas (1:2-4)
”Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.” Santiago 1:2-4.
Las pruebas son inevitables. Como seres humanos, es un hecho que experimentaremos diversas aflicciones en nuestra vida. El llamamiento de Dios a los cristianos a través de Santiago, es a no perder el gozo aun cuando atravesemos aflicciones.
La alegría y la tristeza son parte de nuestra vida. Como humanos nos sentiremos tristes debido a las circunstancias desfavorables que pudiéramos experimentar, y esto es natural. La tristeza es un estado de ánimo. Pero el gozo es un estilo de vida que no depende de nada ni de ninguna circunstancia, pues es parte del fruto que brinda y desarrolla el Espíritu Santo en los creyentes. De manera que pudiéramos atravesar episodios de dolor que entristezcan nuestra vida, pero sin perder el gozo de Dios. El cristiano vive gozoso por encima de todas las circunstancias.
Los cristianos a quienes escribe Santiago, experimentaban terribles aflicciones, ellos fueron obligados a abandonar su tierra, sus familias y pertenencias debido al evangelio que habían creído; ellos vivían día a día pensando que pudiera ser el último pues eran perseguidos de muerte. Por tal motivo, Santiago los exhortó a no desalentarse y abandonar su llamado, sino a permanecer reconociendo que esos tiempos difíciles les permitirían fortalecer su fe en el Señor Jesucristo.
Huponome, la palabra griega de donde proviene “paciencia”, supone a alguien hundido con una carga pesada que resiste sin rendirse, alguien que se mantiene firme, aunque las presiones sean muy fuertes, muy difíciles. La paciencia no es un estado pasivo de espera, sino más bien una lucha de resistencia.
Entendamos esto: la Palabra de Dios produce fe en el creyente (Ro. 10:17); cuando el creyente enfrenta las aflicciones con fe, esta fe produce y desarrolla en él, paciencia, que es el fruto espiritual que trajo consigo el Espíritu Santo en el momento de creer en Jesús. Las pruebas no producen paciencia, sino la fe en medio de las pruebas. Así, el cristiano entre más se acerca a la Palabra de Dios, tendrá más fe que le permitirá mantenerse en pie en las dificultades.
A través de las pruebas seremos tentados a renegar de ellas, seremos tentados a abandonar el camino del Señor, seremos tentados a actuar de manera impía ante la aflicción que estamos viviendo; una fe no genuina (un hombre sin Cristo) cederá a la tentación. Pero al igual que el oro, la fe debe probarse para evidenciar su autenticidad, y una vez probada, producir su fruto en ella.
Santiago nos enseña a considerar los momentos de aflicción como tiempos muy importantes en nuestro caminar cristiano, pues en ellos el Señor nos hace producir fruto espiritual, la paciencia. El fruto espiritual, primero, evidencia nuestra identidad cristiana; segundo, nos conduce a la madurez, a la perfección, a ser como Cristo; y tercero y no menos importante, el fruto espiritual glorifica a Dios.
Para reflexionar:
Ante las aflicciones, no debemos desalentarnos ni renegar de ellas, sino mantener el gozo que Dios ha sembrado desde que nos hizo salvos, sabiendo que él está a nuestro lado en esos tiempos de dolor. Sabemos que todas las circunstancias de nuestra vida están soberanamente controladas por Dios, él nos da el valor para mantenernos firmes y de su provisión para salir victoriosos de ellas (1 Co. 10:13).
Y tú, ¿Qué actitud manifiestas en los momentos de aflicción? ¿Puedes percibir los propósitos de Dios en tu vida cuando atraviesas diversas pruebas?